TUMACO
Poesìas al pueblo de Tumaco, por J. Mauricio Chaves-Bustos.
jueves, 21 de mayo de 2020
sábado, 18 de abril de 2020
miércoles, 1 de abril de 2020
martes, 31 de marzo de 2020
miércoles, 9 de marzo de 2011
TUMACO
I
Al compañero y amigo Mario Cepeda,
por compartirme su Pacífico.
por compartirme su Pacífico.
Sonidos
que se unen
a la fanfarria de la vida
Cercana
la mar verde
cercanos sus mujeres y hombres
en el recuerdo
de prolongar la especie
el mito
hecho rito
en las pieles siempre insinuantes
siempre sensuales…
pareciera que la mar les obsequiara toda su erotismo….
Ecos
que se vuelven voces
voces que se vuelven cantos
cantos que se vuelven orgías de sueños
Ceremonias venidas de los ancestros
que fueron más allá de la libertad
mujeres y hombres que fundaron
un continente fuera del suyo
un país fuera del suyo
una nación fuera de la suya
y que hoy persisten y subsisten
en cada uno de nosotros
Ecos, ecos insinuantes
magia en forma de bullicio
voces
cantos
gritos
el sonido de la mar…
el del forcejeo de los cuerpos…
el de la naturaleza que pulula…
Todos hechos una sola voz:
¡Pacífico!
¡Tumaco, Tumaco, Tumaco!
II
A Raúl Delgado Montenegro,
por confiarme al verdadero Tumaco
por confiarme al verdadero Tumaco
Los palafitos
que se adentran en el ensueño verde
formando un nuevo laberinto
en el entramado
de las quimeras de quienes la habitan
como seres mágicos
que se conducen con sus pies descalzos
en la seguridad de saberse como peces
En las maderas
con formas de estancias
descansan
las féminas
como panteras
hermosamente recostadas
esperando
que sus neptunos
retornen de las faenas
trayéndoles
la obsequiosidad
marina en perlas, peces y corales
De vez en cuando
-lo he visto
podría jurarlo-
por sus ventanas
reptan las ondinas
y entonan los cantos ancestrales
en forma de Alabaos y de Arrullos
Cuando se saben sorprendidas
vuelven a tomar la forma
de la mujer Pacífico
Los palafitos
de “La Base”
serpientes marinas
zigzagueantes
conducen y conducen
eternamente
a ese mundo
de ensueños que nunca terminaré de descifrar:
Tumaco.
III
Los niños de El Morro
sardinas universales
recorren la playa
recreando el juego ancestral del hombre
en repasar una y otra vez
el paso del agua a la tierra
Con gritos y algarabías
celebran los ritos
entonando los cánticos
heredados de sus padres
de sus abuelos
y de una larga lista de ancestros
que debieron atravesar la mar
en contra de su voluntad
para fundar sus propias patrias
Cimarronas
en tierra de cobrizos
Los niños de El Morro
van y vienen
como vientos
con sus silbidos
y sus letanías
ofreciendo – sin importunar –
los frutos de la tierra y de la mar
obsecuentes con su origen
africano no cesan en repetir
“mango biche, mango biche”
Los veo zambullirse
en el verdor de la inmensidad que me maravilla
salen con sus cuerpos brillantes
parecieran volverse arena
brillar como soles
o en las noches
volverse estrellitas
que salen de la mar
para reclamar su puesto
en este firmamento que todos llaman Tumaco.
IV
El bajito
verdadera república Africana
no tiene
la pesadez de la carga fatua de la ostentación
ni el candor obtuso de la falsedad turística
El verdadero mar Pacífico
en una extensión
que recrea la Vía Láctea
Mujeres hermosamente ataviadas
para atraer la atención de sus hombres
de los negros hercúleos
que parecieran azotar la tierra
Mujeres candorosas
y milenariamente siempre dispuestas
a complacerse en sus danzas y ritmos
en sus ternuras y en sus fortalezas
Gente de El Bajito
honestos libertinos
que portan en sí y para si
todo el candor y el orgullo de su raza negra
He tratado de ser como ustedes
no a pesar de toda la lascivia
que envidio
sino a través de la concupiscencia
que es rictus sagrado en su piel
El Bajito
verdadera republica Africana
en la distancia de un Océano
que nos es común
y que nos vuelve
más hermanos
más cercanos
que la cordillera
Muralla distante
levantada por ideal de hombres
El Bajito
raza, piel, mar verdadera
Tumaco en su esplendor
V
Las fiestas de San Andrés de Tumaco
rictus ceremonioso
donde convergen en un solo sino
lo sacro y lo profano
La herencia que no se puede desconocer
la obligada y la temida
en cruces, rezos e inquisiciones
en disfraces que ocultaron por tanto tiempo la esencia
de la raza negra
La fiesta
legado querido y estimado
el canto que todo lo es
en el conjunto de las armonías y las sincronías
de oraciones y conjuros
Se estremecen los cuerpos
candela viva
Tumaco es fortín de alegría
expresión solemne que compone la raza cósmica
hombres y mujeres
se vierten presurosos por las calurosas calles
sus espíritus se han adelantado a la apoteosis
vienen de El Morro
de purgar las penitencias anticipadas
para volverse carne y piel al son de sus sonidos preferidos
marimbas y cununos
se vierten en la amalgama
de fandangos, salsas y merengues
los jóvenes vierten sus quejas y sus dichas
en rapeos y hip-hop
símbolo de una mar que los une con otros pueblos
Las ancianas
vuelven a recitar las décimas secretas
para ahuyentar a los malos espíritus
y para invocar a los ancestros idos
a Changó
en Arrullos y Alabaos
que ponen a quienes las escuchamos
en un trance que recuerda el delgado hilo
que hay entre la vida y la muerte
Los ecos van de la Catedral
al parque San Judas
en un recuerdo pasajero
de lo divino y de lo humano
San Andrés de Tumaco
es toda una fiesta
algarabía que llega de El Bajito
sorpresa y fascinación provenientes de El Morro
melodía insinuante, como ola de mar,
que llega de Bocagrande: “Y el mar bordando luceros...”
Y el continente
que se une a las islas de tanta alucinación
todos han elevado las plegarias
para que el Mira
-serpiente que teje y entreteje el sueño
del territorio-
permita este año el fandango
San Andrés de Tumaco
y el Pacífico que se abre
lenta y pausadamente
como una ostra
para obsequirar a la humanidad
la más hermosa perla
que invita dadivosamente
a mirar su cielo
a mirar su mar
a sentirse con toda esa bella gente
uno más
para susurrar o levantar el grito
para cantar o para gritar
con asomo de verdadera libertad
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